sábado, 17 de febrero de 2018

De lo que no nos apetece

No todo apetece. ¿Pasar frío? No. Pero subimos montañas en invierno.
¿De saliente? Algo parecido. 26 horas trabajando. Pocas horas de sueño (si es que hay alguna).
¿Mi gente? Haciendo planes a los que no me he podido apuntar.
¿Mi pareja? A 500 km de distancia.
¿Yo? ...

No, no me apetece estudiar más medicina, porque tengo guardia mañana... aunque quiero estudiar, porque tengo guardia mañana.

No, no me apetece ir al rocodromo, porque estoy cansada por haber tenido guardia... aunque quiero ir al rocodromo, porque no he podido entrenar por haber tenido guardia.

¿Me exijo mucho, o demasiado poco?
En esas estamos...

Supongo que no todo apetece. Como los primeros km de una caminata, la primera cuesta en bicicleta de un puerto, el primer contacto en roca estando desentrenada, el frío al salir de la tienda, la aproximación antes de que amanezca... y otros ejemplos que se me ocurren.
Recurro a mi memoria. Se que esas cosas merecen la pena. Sé que luego compensan.

Recuerdo la ilusión con la que iba ayer a mi guardia. ¿Por qué hoy no? Porque conservo el recuerdo del cansancio, del miedo, del recién nacido que se echa a morir, de la sensación de descontrol de mil cosas que hacer durante la guardia, de estar pendiente de tanto paciente, de estar al limite de tus capacidades, de aprender sobre la marcha, de no saber, de resolver...

Misma sensación que después de haber luchado una vía que te ha exigido mucho
"¿Otro pegue?" "No, no me apetece. No tengo necesidad de pasar ese mal rato."
Misma sensación. Solo que ahora no tengo otra opción. Este es mi trabajo.

¿Conclusión? Dejar de llorar, ponerme a estudiar, e irme a entrenar. Después de dormir será otro día. Y ya mañana ser verá.