viernes, 31 de julio de 2015

El hombre que decidió olvidar su corazón

Nadie sabe cómo lo hizo. Dicen que su corazón lloró hasta que de cansancio se durmió. Fue entonces cuando pensó que no le quedaba otra solución: lo cogió, lo envolvió en miedo y lo guardó en un cajón. Fabricó siete candados y tiró las siete llaves. Lo cubrió de olvido y salió silenciosamente de la habitación, cerrando con cuidado la puerta tras de sí... no quería despertarlo. Cuando la puerta se cerró dejó de oírlo latir. Se dejó caer, deslizándose por la pared hasta el suelo, y así se quedó un rato: los ojos vidriosos, la mirada perdida, y en el horizonte la razón. Se levantó tambaleándose, pero no titubeó. No miró hacia atrás al empezar a caminar. Hoy se reirá mientras te cuenta la historia, como si de un cuento más se tratara... no te dejes engañar: si se atreviera a ser sincero te diría que no es una historia; si fuera sincero te confesaría que, aunque a lo lejos, hay momentos en los que aún le oye susurrar...

martes, 28 de julio de 2015

Puentes

Puentes. Enlaces. Transiciones.
Momentos de la vida en los que el motivo por el que avanzar consiste en llegar a otro lugar, tiempo en el que los medios se convierten en el fin, circunstancias en las que la niebla que todo lo envuelve te obliga a seguir el camino emprendido y confiar en que escogiste la dirección adecuada.
Te cansas y paras, pero bien sabes que no tardarás en volver a echar a andar: el camino está por delante y lo mejor aún por llegar.

Con el MIR a veces sucede esto: 8 horas de tu día estudiando hacen que tu día a día pase entre manuales, apuntes, enfermedades y conceptos teóricos, y la vida "real" quede un poco... relegada a segundo plano.

Cansada todo se ve más negro... "Tranquila -te dices- no existe el puente eterno". De hecho, un enlace se caracteriza justamente por eso: porque acaba en otra parte. Y con esta convicción te animas a continuar. ¿No consiste en eso la esperanza?


viernes, 17 de julio de 2015

Semillas de esperanza (I)

Hoy es uno de esos días en los que la vida da tregua y todo parece tener sentido; un día de esos en los que amaina la tormenta y lo cotidiano se vuelve belleza.... ¿Por qué, que es eso tan extraordinario? Bueno, realmente nada; nada y... todo.
Este es un ejemplo de esos pequeños detalles, guiños, que aparecen gratuita e inesperadamente sin razon alguna, para ti y punto... y son cosas pequeñas, pero dan otro color al día.
Hoy  después de salir agotada de la biblioteca y tras pasar por la parroquia una señora me ha preguntado que qué carrera iba a empezar. Sonrío, como cada vez que confunden mi edad de ese modo y explico que ya acabé, que llevo una mochila y sigo estudiando porque me preparo el MIR... "Lo de siempre", pienso, ya dispuesta a explicar una vez más cómo es eso de que ya he acabado pero sigo estudiando, eso de que hago una especialidad pero ya soy médico, etc... Pero resulta que tiene una hija médico, y resulta que una mujer que se ha cruzado en tu camino de modo casual te da ánimos, te habla de que el esfuerzo merece la pena, te recuerda por qué empezaste esto, y acabáis en una conversación que hace que pierdas la noción del tiempo... ¡Y las cosas no acaban allí! Te vas y te encuentras con otra persona, esta vez un chico que quiere estudiar medicina -no me preguntéis como llegamos a ello- y nueva conversacion. :) Al fin y al cabo... la esperanza recibida no está para quedársela para uno mismo, sino para compartirla.
Al final llegas a tu edificio 10 veces más tarde de lo previsto pero feliz. Cruzas la verja, y se te recuerda que es verano: gente en el jardín, música, una fiesta, niños correteando... Entonces es cuando miras la escena, mientras cargas sobre tus hombros esa mochila llena de manuales, y sonríes: sí, tu verano este año no es así... pero eres feliz. Sí: estás donde tienes que estar; sigues luchando por lo que quieres, tanto en la medicina como en el resto de tu vida, y eso es más que suficiente. Disfrutas del camino, consciente de tu pequeñez; te cansas, tropiezas, te levantas (o te levantan...), te desesperas, tiras la toalla y vuelves a recojerla. A veces solo, otras acompañado; a veces  corriendo, otras andando... pero sigues.
¡Y sí! Lo confieso... sé que soy una afortunada.
Y sí: me siento feliz, feliz de muchas cosas... y una de ellas, sin duda, es de SER MÉDICO.

miércoles, 8 de julio de 2015

Deseos de cosas imposibles

La Oreja de Van Gogh
Igual que el mosquito más tonto de la manada
yo sigo tu luz aunque me lleve a morir;
te sigo como les siguen los puntos finales
a todas las frases suicidas que buscan su fin.
Igual que el poeta que decide trabajar en un banco
sería posible que yo en el peor de los casos
le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón
haciendo que firme llorando esta declaración:
Me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré tan sólo a tí.
Igual que el mendigo cree que el cine es un escaparate,
igual que una flor resignada decora un despacho elegante,
prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño
y reir será un lujo que olvide cuando te haya olvidado.
Pero igual que se espera como esperan en la Plaza de Mayo
procuro encender en secreto una vela no sea que por si acaso
un golpe de suerte algún día quiera que te vuelva a ver
reduciendo estas palabras a un trozo de papel.
Me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón,
pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré tan sólo
me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón,
pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré,
en silencio te amaré,
en silencio pensaré tan solo en tí.

Huidas

¿Qué te lleva a huir? A veces es el miedo, un miedo que hace insoportable permanecer donde estás. Otras, una inquietud, un resquicio de esperanza que hace que no puedas quitarte de la cabeza la idea de que hay algo mayor de lo que tienes, que no te puedes conformar... En resumen: unas veces buscas algo, otras huyes de algo...aunque en realidad siempre hay un poco de ambas cosas. El caso es que huyes...porque ya no puedes más.
¿Que peligros lleva huir? En tu huida no miras hacia donde vas, solo quieres salir de donde estás... y cuando por fin dejas de correr puede ser que mires a tu alrededor y ni siquiera sepas dónde te encuentras. Puede que en tu huida olvides de donde venías; puede que pierdas cosas por el camino, que arremetas contra la gente que hay en el camino...
¿Sirve para algo huir? No lo sé. Aunque quizás lo primero sea darte cuenta de que estás huyendo, y lo segundo... plantearte de qué. Sea como sea, nunca está de más aminorar el paso, mirar a tu alrededor. No hay prisa. A veces el camino es más importante que la meta... aunque qué difícil es andar sin saber a donde vas.
"Quizas lo lógico sea asentarme. Quedarme donde estoy, disfrutar lo que tengo" ¿Será cierto? Puede ser, pero una parte de mi se niega q aceptarlo, a ceder, achar la cabeza y conformarse. Mientras queden fuerzas optaré por seguir buscando.