sábado, 26 de diciembre de 2015

Navidad MIR

Mi ventana sigue cerrada. Fuera la niebla típica de las mañanas de invierno se enreda entre los árboles y difumina sus tonos verdes y marrones. A mi lado de la ventana, manuales y desgloses por la mesa, hojas en sucio y subrayadores. Tanto dentro como fuera silencio, propio de una mañana temprano de Navidad. Para mí, típica escena de estas fechas, este año llevada al extremo (que siempre he tenido que estudiar, pero no tanto...) En mí, mezcla de sueño, cansancio y alegría. Orgullosa de mí, feliz por mi familia, llena de orgullo por la gente que me rodea... Duermen. Así debe ser. Yo estudio... también  es lo que toca. Ellos duermen al otro lado de la pared, como probablemente estén haciendo mis amigos en sus respectivas casas. Esta tarde se reunirán unos y otros, familia y amigos... yo estudiaré en la biblio. Sí, no estaré. Sí, a veces me fastidia, me enfada, me canso. Pero sé que camino he elegido, y estoy feliz por ello. Cuando puedo "me escapo" y les veo... paso a saludar, veo a mis primos, preparo una cena en casa de mis abuelos... "No estás nunca"-dicen... es verdad. Yo no digo nada y sonrío... tienen razón. Lo que no sé si saben es que a mí me duele más que a ellos. Sí que me adueño de sus ánimos, y consciente de toda la gente que me apoya y de que soy una afortunada me pongo a ello. Ánimo también a todos los que estudiáis en estas fechas, que ya queda menos. ¡Y feliz Navidad!

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Y se detuvo el tiempo...

Estoy en un descanso. Ya no es lunes, ni viernes, ni ningún día de la semana... En mi zulo de estudio ya no es ni de día ni de noche, ni pronto no tarde. No es ningún mes concreto... el tiempo ya no se mide así, y de verdad que he perdido esa noción del tiempo, ese sistema de referencia. ¿El sistema de referencia es el MIR? Tampoco lo creo. Realmente existe el momento, lo que tengo delante, los temas estudiados hoy y los que quedan para cumplir el planing de este día. Si estoy haciendo deporte ya el MIR no existe... Ahora mismo para mí mañana no es nochebuena ni pasado Navidad, pero sé que en la cena de mañana será como si no hubiera habido día de estudio las 8 horas de esa jornada y el 25 como si no hubiera que estudiar al día siguiente... etc, etc. Quizás es que no tengo perspectiva, solo veo lo que tengo delante... y está bien así.
Si tomo perspectiva veo.. que ya queda menos. Al cansancio acumulado se suman emoción y adrenalina: emoción porque se acerca la meta, la razón de cómo he vivido los últimos 6 meses, y adrenalina porque soy consciente de que lo que haga en este tiempo depende de mi, que queda menos... pero no por ello es menos importante.
¿Se paró el tiempo? No, pero no tiene importancia. Solo importa el momento concreto que en cada instante esté viviendo. Está bien ver las cosas en conjunto.. pero fijarse en una parte y pararse un rato en ella también tiene su encanto. ¡Y es lo que toca ahora!
Ánimo a todos los que en estas fechas estéis estudiando. Y a todos... ¡Feliz Navidad!
:)

jueves, 17 de diciembre de 2015

A ti que vas a hacer el MIR... o que estás en ello ;)

A ti que vas a hacer el MIR, que te envolverás (o que ya estás envuelto) en este mundo de netas, percentiles, MIRicina y doMIRgos: NO es lo que parece... de verdad,no es tan malo. Lo dice una opositora a mitad de tercera vuelta. Sí, es cansado. No, no es "como una jornada laboral" (digan lo que digan, no tiene nada q ver trabajar 8 horas con estudiar otras tantas, de 8 o10 de la mañana a 19-21, segun gustos y descansos...) Tampoco es agradable ver como tus "fines de semana" se reducen a 24-25 horas (desde las 21h que sales el sabado de la academia a las 22 del domingo que te acuestas para enfrentar una semana más).
Yo me canso de los comentarios de "¡pero si no os presentáis tantos para el número de plazas!" o los de "bueno, si tu siempre has sacado buenas notas..." como si fuera una exagerada, si todo estuviera hecho y mi esfuerzo fuera por adicción al estudio... Pero reconozco que tampoco me gusta la otra cara de la moneda, la condescendencia, sobretodo cuando viene de gente que no ha pasado por esto (que vaya, es el MIR, hay cosas peores). CRÉEME. No es tan malo.
No va a ser el número que saque el que cuantifique mi mérito, por mucho que obviamente me esfuerce en hacerlo lo mejor posible... más bien el esfuerzo de los últimos 6 meses.
¿Qué ha pasado en este tiempo?
Mi experiencia personal es que pasar, lo que es pasar, poco ha pasado en estos 6 meses que llevo con la preparación del mir en exclusiva, pero que a la vez he crecido un montón: en constancia, en madurez, en aceptar mis límites sin que signifique excusarme y en luchar sin que signifique machacarme. En ser estricta y en levantar la mano. En aceptar objetivos a largo plazo, y en soñar con los pies en la tierra.
Sí, se han multiplicado mis "no puedo, tengo que estudiar" pero también he vivido muy buenos ratos, he estrechado lazos, he disfrutado mucho... y me lo he pasado genial.
Es verdad que ya no coincides casualmente con casi nadie, pero haces por quedar. El MIR te obliga a ordenar prioridades, porque realmente tu vida no da para más. Pero eliges... y eliges bien. Descubres quien se esfuerza por quedar contigo y quien no te va a fallar.
Y ahí siguen los compañeros de la facultad, cómplices, que ya lo fueron en la vida de hospital y facultad, y que lo son una vez más. Ahí están, para compartir confidencias en los descansos de biblioteca, reflexiones acerca de la vida en los trayectos de coche; para soñar en voz alta al salir de la academia o echarse unas risas en las cenas; vivir situaciones absurdas provocadas por el cansancio, poner en común rarezas adquiridas, contrastar impresiones, resultados e inqietudes; también para compartir preocupaciones, indignaciones y motivaciones... ahí siguen, y te das cuenta de lo que valen.
Ahí siguen los amigos de siempre, que se harán expertos en netas, percentiles, teoría MIR, en cómo va todo esto, en proponerte planes los domingos; en "coaching", apoyo moral y demás. Ahí sigue tu familia (la mía preguntándome por los resultados de los simulacros como si esto fuera una evaluación contínua)
Llega el sprint final de una carrera de muchos años.
Así que sí... el MIR trae más que una simple subida de netas.
A ti que vas a hacer el MIR... si estás aqui debes sentirte MUY orgulloso de ti mismo. Sí. Pero por motivos totalmente independientes a lo que pase en dicho examen. Que no se te olvide.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Imprevistos MIR (1): sueño

Solo puedo pensar en dos cosas: una, que tengo sueño, y la otra... se me ha olvidado XD

A veces pasa... Me paso el día luchando para que sea productivo y cuando me meto en la cama va mi cuerpo y le da por no dormirse. A las 3.24 am decidí que "de perdidos al río" y quité el despertador, que amenazaba con sonar en 3 horas y 36 minutos... y hasta hoy que he amanecido. Tampoco creáis: esto, en vez de a las 6.55 habituales ha sido a las 8.16 (porque igual que a mi cuerpo le dio por no dormirse ayer, le ha dado por sí despertarse hoy). ¡Lo que hace el reloj biológico y despertarse 6 días a la semana a la misma hora! Cosa de ritmos circadianos... 

Sin sueño pero embotada me he dispuesto a afrontar un nuevo día, enfrascada en los manuales como una mañana cualquiera más, con el único consuelo de que si todo va bien en unos meses estaré teniendo una sensación de sueño/motivación/cansancio similar, pero con pacientes en vez de libros (sé de sobra que la noche anterior a mi primera guardia... ¡¡tampoco dormiré!! jajaja). Y con el razonamiento de que si soy capaz de atender pacientes en ese estado, de exponer en un congreso habiendo dormido 3 horas, etc, etc, deberé ser capaz de luchar por sacar lo mejor de mí en el simulacro de esta tarde, pues a seguir como si nada. Además, ¿y si no me consigo dormir el día del MIR? "Hay que probar todos los escenarios posibles", como nos dicen en la academia... Y sí... a veces pasa. :P

¿Cómo puede ser que esté tan cansada, agobiada, frustrada... y a la vez tan feliz? (Una adjunta me dijo una vez que el MIR es un periodo de pérdida de cordura total del que nunca te recuperas... empiezo a pensar que tiene razón, gg) Empiezo a engancharme a esa sensación de esforzarte por lo que quieres, por lo que te importa, más allá de cualquier cansancio. El propio cansancio te recuerda que vas bien, que estás en ello... te recuerda que luchas. Es un cansancio de esos que tienen sentido (de todos los tipos de cansancio que hay,gg)

No lucho sólo por el MIR. Lucho por un futuro, por una esperanza, por ser médico... por solidaridad con mis compañeros, en agradecimiento a los ánimos que me dan los que pasaron por ello y demostrando a los que vendrán que se puede... y sí, es lo que toca. Con sencillez... me pongo a ello, pues. Hacer lo que toca, lo que tienes delante, del mejor modo posible... ¿acaso hay otro modo de cambiar el mundo?

"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio, sólo el amor puede hacer eso". 
Martin Luther King


viernes, 11 de diciembre de 2015

PSIQUIATRÍA Y SOCIEDAD

Hemos superado las enfermedades infecciosas para dar paso a las psiquiátricas… y no me refiero al cambio de asignatura de estudio en el MIR. Me refiero a la realidad.

NO CULPABILIZO. No busco responsables. 
Sé que las enfermedades psiquiátricas no son algo exclusivo del primer mundo: he visto con mis propios ojos la alta prevalencia de ellas en países como África, los problemas para su atención y lo saturados que se encuentrna los profesionales que ahí les atienden… aparte del famoso 1% de la Esq. que todo buen opositor MIR conoce, y hablar de ello daría para mucho… pero no es ese el motivo de este post.

Sólo planteo la necesidad de una reflexión acerca de la sociedad que estamos construyendo. Sí, es mi semana MIR de estudio de psiquiatría (miento… mi DÍA mir… que esto de la tercera vuelta es ir a ritmo trepidante…). Pero no escribo esto porque me escandalice de lo que estudio: simplemente no puedo evitar reflexionar acerca de la realidad. 

TDAH. Intentos autolíticos. Depresiones. TP, abuso de sustancias, síndrome de abstinencia en neonatos, TCA, abusos escolares y familiares… No son "cosas que se estudian". Son cosas que he visto, en el hospital, en mi entorno... Y eso sin contar quienes acuden a un psiquiatra porque no saben a qué otro sitio acudir. Pero no, no existen... las enfermedades psiquiátricas les pasan a otros (su estigmaticación me daría para otro post, pero tampoco es ese el objetivo de éste...) 

El hecho es que esas realidades están ahí, aunque nadie quiera abrir los ojos para verlas, auque lo "bien visto" sea taparlas, aunque el tabú sea equivalente al que puede haber con una enfermedad contagiosa de cuyo nombre no quiero acordarme.... Sí, están ahí. Eso sin contar inmigrantes, sin techo, marginados y demás, que es otro tema distinto pero que también han pasado a formar parte del “mobiliario” de “esta nuestra sociedad”, sin que remueva un mínimo nuestras conciencias. Sí, escribo enfadada. ¿Qué estamos haciendo? ¿Es que nos hemos vuelto locos? Sí, nosotros, todos. No quienes acuden a un centro de Salud Mental. No. Hablo de quienes tan “integrados socialmente” estamos; nosotros, quienes (de un modo más o menos directo) sentamos las bases de esta sociedad en perfeccionamiento, vacío y superficialidad.

Quien no esté de acuerdo que mire lo que, por contrario, se considera “sano” y “exitoso” en la sociedad: ejecutivo agresivo, modelo IMC 16, Gran Hermano temporada…(incontable); que te echen del trabajo porque quieres tener hijos (aunque sea indirectamente), que lo que cuente sea el número de horas que permaneces en la oficina aunque estés tomando cafés (pero de ir antes a casa y estar con tu familia, ni hablar) y este analfabetismo emocional en el que vivimos. Eso sí es normal, ¿no? 

Nos empeñamos en cerrar los ojos ante una sociedad que sonríe por fuera pero que está rota por dentro. Y lo peor es cuando aún sabiéndolo le devolvemos la sonrisa, como si nada, y nos quedamos más anchos que largos.


¡No importa! Sigamos haciendo nuevas clasificaciones, DSMS, CIEs y demás. ¡ISRS para todos! Sigamos finjiendo lo bien que nos va. Que ya no tenemos drogadictos, oye, que sólo son pacientes con tratamiento sustitutivo crónico pautado; miremos el % de aprobados en selectividad, qué más da los que por acoso no lo lograron o el número de intentos autolíticos que llega cada día a las urgencias de nuestro hospital.

¿¿Alguien me explica hacia donde vamos?? No. No, no pienses, tú sigue… ¿Sigue hacia donde? ¿Por cuántos años? Como si mi vida o la tuya no fuera a acabar… ¿O te crees tú que vas a vivir eternamente?

¿Sigue para qué? ¿Qué es el éxito, todo eso que me prometes? ¿De verdad lo quiero? Lo sé, soy una de las afortunadas de esta sociedad. ¿A costa de qué? ¿Y de quién?

Con todos mis respetos… que se pare el mundo, que yo me quiero bajar.

[CONTINUARÁ...]

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sobre ganar batallas perdidas

Todos tenemos nuestras guerras personales, con sus particulares batallas... que se pierden y se ganan. El miedo viene cuando siempre se pierde, una y otra vez: miedo a las batallas, dolor por la caída, pereza de tener que volver a levantarte... y llega un momento en el que te rindes y dejas de luchar.
¿Imposible? No, difícil... pero no tiene porqué ser así siempre. Hoy he descubierto que esas batallas también se pueden ganar: de verdad que supone una sorpresa, despues de tantos esfuerzos que quedaron en nada. Y es que a veces el secreto está...en no esforzarse tanto. En aceptar los propios limites. En un cambio de perspectiva. En aceptarse pequeño. Sera una pequeña batalla, pero de la sorpresa de haberla ganado nace en una curiosa esperanza... ¿y si la siguiente la volviera a ganar? :P
He empezado a perder el miedo a mis propias batallas, a aceptar con humildad las caídas... que si lucho es porque estoy viva (nunca se me dio bien eso de conformarme..) Que a torpe pocos me ganan... pero siempre antes de desesperar he encontrado a alguien o algo que me ha hecho seguir caminando. Así que sí: pequeña y torpe, en camino, aprendiz de médico y de vida... pero también agradecida. :)

jueves, 26 de noviembre de 2015

Cualquier día MIR

Me levanto, llego a la biblioteca, empiezo a estudiar.. Me pierdo en la asignatura que ese día me tenga que estudiar (si, la tercera vuelta va a un ritmo trepidante...) Una hora después (que según el día habrá cundido menos o más) abro el termo y disfruto del aroma del café, de tomar algo caliente y de no pensar en nada (o intentarlo) durante 5 minutos. Los días que no lo consigo, como hoy, escribo en el blog.  Apuro el café, apago el móvil y vuelvo a estudiar. De ahí hasta descanso de media mañana (más o menos largo según con quien coincida ese día en la biblioteca..) y vuelta a estudiar; comida perdiendo el menor tiempo posible y vuelta a estudiar.
He escrito demasiadas veces la palabra estudio en este post... no quería dar la impresión de estar cansada de ello: no es verdad. De hecho, a veces sientonque estudio menos de lo que debería, y trato de seguir esforzándome para llegar a la meta que quiero lograr. Sí, esforzándome con todo lo que soy, defectos también, que una es humana y en mí de esos abundan... Pero no es momento de agobiarse. Es momento de apurar el café, disfrutar de su sabor amargo (que no por ello peor), y volver a comenzar. Sí, me siento muy afortunada de estar donde estoy... ¿lo he dicho ya? La vida me ha dado muchas oportunidades, que yo he aprovechado... o no... pero aquí estoy. Aquí estoy, dispuesta a luchar, desde lo que soy. Ni mucho menos perfecta, más bien humana... humana, y como cada persona, capaz de lo mejor y lo peor.
Es momento de no retirarse, de no acobardarse, de seguir caminando, y de si te caes en cuanto puedas volver a levantarte. Dicho esto.. allá voy. A afrontar otro día MIR cualquiera.

martes, 24 de noviembre de 2015

Lo que dice el frío

Ya no te recuerdo, no te echo de menos: podrían decirme que fuiste un sueño y yo les creería... porque ya no te recuerdo.

Ya no existes en mi vida. Desapareciste. Pienso en ti y no siento nada.

Puede estar tu recuerdo, pero no me evoca nada. Ya no sé lo que es sentirme querida, sentirme cuidada; lo que es descansar en alguien, tener un confidente, no luchar sola, y otras tantas cosas...
Desaparecieron, no están.
Olvidé que era sentir eso, y por más que trate de hacer memoria ya no lo recuerdo. Por eso, aunque mi cabeza se acuerde vagamente de que exististe, ésta es la realidad: que si pienso en ti ya no te recuerdo.

¿Sabes qué es lo más curioso? Que si pienso en ti ya no te recuerdo, pero ahora llega el frío y me habla de ti y del último invierno; me ilusiono y eso me habla de ti, la alegría y la esperanza me hablan de ti, porque eso eras tú. Sí, ¡ya ves! No te recuerdo pero estás escondido en cada cosa buena que la vida me va trayendo...

¿No te recuerdo? Quizás simplemente no puedo recordarte cuando yo quiero; decían que te olvidaría y tenían razón, eso he hecho. Dentro de mí no queda nada de ti... pero fuera si. En ti, en cambio, no queda nada de mi, ni dentro ni fuera... Supongo que tú tampoco has elegido eso, como yo no elegí que el frío me trajera tu recuerdo.

"Son cosas que pasan", dice la gente... yo me callo y sonrío. No te esperaba, llegaste y te fuiste... Te olvidé (o eso creía) y llega el frío y trae tu recuerdo consigo. No es amargo, solo recuerdo... y como recuerdo, habla de vacío, de lo que estuvo y no está, pero sólo eso, eso sin más. No es que sea amargo: es solo (¿solo?) solo verdad.

¡Así de peculiar es la vida! Un día cualquiera va y coge el frío y le da por decirme sin palabras que fui feliz contigo.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Todos luchamos por algo

Frodo: No puedo hacer esto, Sam.

Sam: Lo sé. Ha sido un error. No deberíamos ni haber llegado hasta aquí... 

          Pero henos aquí, 
          igual que en las grandes historias, 
          señor Frodo, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros. 
          Ésas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien? 
          ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? 
      Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso
      a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan
      el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas.
      Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo. ¡Ahora lo entiendo!
      Los protagonistas de esas historias 
se rendirían si quisieran, pero no lo hacen
      siguen adelante, porque todos luchan por algo.

Frodo: ¿Por qué luchas tú ahora, Sam?

Sam: Para que el bien reine en este mundo , señor Frodo. 

                    Se puede luchar por eso.



Colocando cachivaches

Algo muy propio de hacer en vacaciones: colocar todo lo que no podrás colocar después.
En medio de mi desorden voy colocando cositas, limpiando, ordenando... y es entonces cuando me doy cuenta de lo afortunada que soy y de que, si las cosas hablaran, darían testimonio de eso mismo. Mis estanterías están llenas de "cachivaches", cosas que están ahí y que probablemente solo yo se porqué: piedras, figuras, notas, fotos, y un largo etc; regalos que me han hecho y regalos que pensé hacer; cosas que hablan de la gente que ha pasado por mi vida y que, de un modo u otro, han dejado huella en ella.

Algunas de esas personas siguen a mi lado; hay otras que se cruzaron por mi vida tan sólo un instante, o cuyo camino en algún momento tiró para otro lado, e incluso gente que ya no está en este mundo... pero todas estuvieron por algo, todas son importantes, a todas ellas tengo algo que agradecer, y hoy (y sobretodo en momentos malos) son motivo de esperanza. A ellas les cojo el testigo, por ellas continúo mi vida, por ellas no me conformo con hacer de mis días cualquier cosa, por ellas sigo apostando, levantándome cada vez que me caigo, ampliando horizontes, subiendo listones. Por ellas levanto la cabeza orgullosa, porque he sido muy amada, porque soy muy afortunada. He sido y soy testigo de la grandeza del ser humano, de las relaciones interpersonales, de cómo la gente lucha, vive, muere, camina; de grandezas y bajezas, de hazañas y de errores. Soy feliz por todos aquellos que han pasado por mi vida, por los que están y por los que vendrán. Esto no es un "speech" bonito: es una realidad. Nos afanamos en conseguir mil cosas y muchas veces no nos damos cuenta de que no hay nada más grande que esas personas que tenemos al lado, que antas veces "bypasseamos"; confundimos lo urgente con lo importante, y aunque obviamente hay que encargarse de lo primero, de lo que toca en este momento, si descuidamos lo segundo ¿para qué nos sirve?

No sólo hay que decidir qué vivir: lo más importante es el modo en el que se vive. Sí, a veces es bueno parar a mirar alrededor. A veces son unos "cachivaches" los que se encargan de recordarnos qué es lo que verdaderamente importa... porque no es obvio, porque es lo que realmente merece la pena... y por eso hay que cuidarlo.

martes, 10 de noviembre de 2015

Llegar lejos... ¿pero a dónde?

A veces no entiendo. A veces me canso. 
“VACACIONES” Eso es en lo que dicen que estoy, pero realmente no son lo que necesito, porque si cediera a lo que necesito sería peligroso. Son una parada, pero no puedo parar: cuando me paro pienso… y si pienso me doy cuenta de que no sé realmente a dónde quiero llegar o si estoy donde quiero estar. Por eso es más fácil no parar: no parar y no pensar. Es mejor luchar, seguir, caminar. Tirar hacia delante, no preguntarse. Y sí, de ese modo llegas lejos… el problema es si llegas a dónde querrías haber llegado o simplemente llegas. Lejos, tan lejos que ya no merece la pena volver, no merece la pena replantearse si has llegado o no al lugar equivocado. Y es entonces cuando la única solución es seguir caminando.


miércoles, 28 de octubre de 2015

¿Otoño sinónimo de tristeza?

Otoño... y ya van siete. Siete años viendo llegar el otoño sobre estas mismas calles, sobre esta facultad, todas las mañanas... Mismo bus (¡prácticamente misma gente en él!), mismo ¿todo? No, hay mucho muy distinto. Distinta yo.
Siete años atras era una muy primeriza estudiante de medicina la que recorría estas calles para ir a clase, a escuchar hablar acerca de proteínas, biomecánica, de cómo era una célula, de estadística y de historia.
Después, a estudiar fisio, hacer disecciones, desentrañar preparaciones de microscopio... ¡la vida en "rosa"! Y no precisamente por fácil,gg. Que ese rosa-microscopio puede simbolizar las mayores frustraciones, igual que este gris-otoño puede estar cargado de alegría.
Hace 4 años (¡sólo 4 años!) empecé a pisar el hospital, hasta realmente sentirme cómoda en él. A sentirme cada vez más médico, y hoy... hoy vuelvo por aquí a estudiar. Vengo a estudiar, como venía cada día una hora antes de comenzar las clases o rotaciones para aprovechar ese rato hace unos años... pero esta vez para quedarme no una hora, sino unas 8 o 9.
¿Sinceramente? No siempre tuve claro que llegaría aquí. Son muchas las cosas que han pasado entre medias, es mucho lo que ha llovido.... pero aquí estoy. Aquí estoy. Esto me lleva a pensar en que cuántos caminos que parecen difíciles o que aparentemente se tuercen pueden llegar a buen final. Quizás a un final distinto al que esperamos, pero bueno. ¡Qué aburrida sería la vida si todo llegara a donde esperamos, del modo exacto en que esperamos! No, en cambio suele suceder que el camino nos lleva aún más lejos... y el propio recorrido merece la pena (baches inclusive).
Siete años: más de un tercio de mi vida hasta ahora... aunque tan solo una pequeña parte en comparación con lo que me queda por delante. 
¿Otoño sinónimo de tristeza? Mejor de esperanza... porque todo lo que hoy parece languidecer en unos meses renacerá.
Ánimo a todos aquellos que estéis en camino.

viernes, 23 de octubre de 2015

Viernes MIR

Me canso.
En general, los viernes siempre han sido un día de punto final: ese día en el que no se estudia "porque es viernes" o en el que se prepara una maleta de última hora para una escapada de fin de semana.
Eso es así hasta que empiezas el MIR y... ¡se acabaron los viernes! A partir de ese momento el viernes es una jornada normal, con sus 8-9 horas de estudio, a la que sigue otro día de estudio más. Con todo, sí, noto que es viernes. Noto los días de estudio acumulados: cada vez que hago un descanso éste se se alarga, las distracciones se multiplican y el tiempo pasa lentamente mientras yo lucho contra la pereza y el cansancio, tratando de recordar por qué lo hago. Si no me distraigo más es porque realmente no hay nada capaz de mantener mi atención por mucho tiempo. Los viernes sufro una especie de "Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad" adquirido, provocado por el cansancio acumulado. El viernes pasado tenía náuseas, éste escalofríos. Puedo incluso no parar en todo el día, pero no estaré realmente en nada de lo que haga: podré hacer, pero se me olvidará ser...
Debería hacer una lista de "patologías propias del estudiante MIR", y el "síndrome del viernes MIR" estaría en ella junto con ciclotimia, hipocondría asignatura-dependiente... y un largo etc.
El caso es que tras meses de estudio ya sé que los viernes suelen ser así: el día termina cundiendo pero con mucho esfuerzo, no soy capaz de tomar decisiones ni de pensar (o pienso demasiado); me enfadaré conmigo misma por no aprovechar más el tiempo (o sin saber siquiera porqué me enfado), no me apetecerá ningún plan (aunque finalmente acepte alguno y lo disfrute seguro), y finalmente me iré a dormir consciente de que el sábado lo veré todo de otro color ¡y así será! Que ahora los sábados ocupan el lugar de los antiguos viernes... y vuelta a empezar.
:)

jueves, 22 de octubre de 2015

En un hospital africano...

Voy camino al hospital, pero esta vez a estudiar. Estoy en el autobús, en medio de un atasco, mientras por la ventana se ve esa curiosa mezcla de colores del amanecer.
En esta rutina no puedo evitar acordarme de mis mañanas africanas camino al hospital, esa vez sí, no para estudiar sino como médico en prácticas. ¡Y qué distinta es la medicina que alli viví!
A veces pienso que no lo aproveché suficiente... que no tuve suficiente iniciativa, que no di suficientes abrazos, no paseé lo suficiente por sus calles, que me quedaron demasiadas personas por conocer más a fondo y demasiados pacientes por tratar.. ¡pero eran tantas las cosas nuevas a asimilar!
Allí se cura como se puede: con las medicinas que hay, los medios y las circunstancias de cada persona. A veces tienes que decidir entre hacer una prueba diagnóstica o poner tratamiento sin saber de qué enfermedad se trata, porque no tienes dinero para hacer ambas cosas. El tratamiento no solo se ajusta a la indicación sino al presupuesto, y aprendes a apreciar cada pedazo de algodón... Y, con todo, eso es sólo una millonésima parte de todo lo que cambia al estar allí.
Hay algo que no cambia: los pacientes. Ellos son los mismos. Diferente cultura, diferente modo de vivir la enfermedad, pero pacientes al fin y al cabo... Gente que acude al médico para ser aliviada, curada; gente que tiene miedo y gente que no; gente sola y gente acompañada. También hay familias que sufren y madres que lloran.
No iba al hospital en un amplio autobús, sino conduciendo un todoterreno entre lluvias y charcos... pero he de decir una cosa: el motivo que me movía era realmente el mismo que hoy me hace madrugar para ponerme a estudiar.
Ánimo a los que en cualquier parte del mundo se dedican de un modo u otro a este mundillo de la salud... Yo no puedo evitar pensar que he elegido la profesión más bonita que existe. :)

jueves, 1 de octubre de 2015

Ser médico es fácil

Es difícil explicar la mezcla de cansancio, frustración, emoción y alegría que siento al ponerme a repasar al final del dia. Cansancio acumulado, frustración por lo inabarcable del temario... pero alegría por ser consciente de hacia dónde camino y emoción porque va estando más cerca. En esta paradoja, no puedo evitar preguntarme si cuando mire hacia atrás dentro de unos años habrá merecido la pena: ¡y encuentro este poema! :) Perfecta respuesta.

Me pides muchacho aclare tus dudas
que como fantasmas, te acosan y apuran.
Seguro que esperas respuestas maduras
que alumbren a giorno tus sombras oscuras.
Sé bien lo que quieres y ansío ayudarte,
porque esas dudas remozan mi sangre
ya que fueron mías al recién graduarme,
algo, poco o mucho, tengo que brindarte.
La ruta es muy larga, casi inalcanzable,
es siempre exigencia, permanente darse,
pensar en los otros, comprender, amarles,
sentir sus dolores, sufrir en su carne.
Ser timón y guía en cada percance:
responsable pleno de sus desenlaces.
Ser hermano, amigo, confesor o padre,
tumba de secretos que jamás violares.
Calmante de angustias, dolores o hambre,
curioso obsesivo que explora incesante
el cuerpo, la psiquis, el mundo o el aire,
sin renunciar nunca a beneficiarles.
Que el fin del balance no pueda acusarte,
que tu meta sea siempre un semejante:
sin nombre, sin cara, al que te entregaste
con toda tu ciencia, tu atención y tu arte.
Recibir por pago lo que no soñaste:
los ojos llorosos de una pobre madre
que rogando al cielo pretende expresarse,
y lágrimas sólo tienen para darte.
Ya ves mi muchacho, no te me acobardes,
vocación ya tienes, completa el bagaje,
junta valentía, honradez, coraje,
y verás entonces: ser médico...es fácil.
Dr. Antonio Armando Lara

domingo, 20 de septiembre de 2015

Acerca del sufrimiento

Son pocos los que se atreven a hablar de esto hoy en día. La mayor parte de gente prefiere darle la espalda y, sinceramente, no les culpo. Sufrir no se parece a eso que les pasaba a los héroes que veíamos de pequeños: sufrir no es agradable, nadie quiere pasarlo mal... pero la realidad de la vida es que hay sufrimiento. Sí, son pocos los que se atreven a reconocerlo, pero cuando miro alrededor veo que, en cambio, son muchos los que querrían alzar su voz y que su sufrimiento fuera escuchado; muchos los que necesitarían desahogarse, los que necesitan ser acompañados... De hecho, ¿quién no? Pero parece que hay que ocultar "lo feo", que nadie tiene derecho a enturbiar la vida de nadie, que molestan... y eso no es cierto.
Quizás ésta sea esa una de las partes que más "engancha" de la medicina: se nos forma para estar justo ahí, al lado de quien sufre. Se nos forma para no huír del sufrimiento sino para todo lo contrario: para abrazarlo en cada persona. Como médicos, reconoceremos delante de quien sufre que ese dolor no es debido, haremos lo posible por aliviarlo y a ser posible eliminarlo (de aquí, de hecho, surge la medicina...) Pero también mientras ese sufrimiento dure nos ofreceremos como mano amiga, como compañeros de batalla; estaremos para ti, como aliados en lo que estés pasando. Como médicos seremos testigos de que muchos otros recorrieron ese camino y salieron airosos; no nos asustaremos de tu dolor, permitiremos que te derrumbes a nuestro lado, no apartaremos la mirada para dirigirla a terrenos más "bonitos"... No: es justamemte allí donde hemos elegido estar, porque ni una herida duele menos por negar su existencia ni el sufrimiento va a dejar de existir por mirar hacia otro lado.
Puede que no siempre actuemos así, pero así es como creo que debemos actuar. He visto el fruto que dan médicos que viven así, y esa es la clase de médico que yo quiero ser.
Me doy cuenta de que la vida es muy corta para perderla huyendo. Sí, yo también lloro de impotencia, me enfado y me rebelo... pero mientras viva quiero estar justo ahí: junto al que sufre, junto a quien su compañía ya no es agradable... junto a quien ya, aunque quiera, no puede ignorar la existencia del sufrimiento.
Disfrutaré de cada alegría que me brinde la vida, y la buscaré esté en la situación que esté, por supuesto: pero no negaré que existe sufrimiento. Llevo mucho tiempo huyendo, y me he cansado. Ni puedo ni quiero mirar hacia otro lado. Mientras haya quien sufre, elijo estar a su lado.

jueves, 17 de septiembre de 2015

¿Somos lo que hacemos?

Vivimos en un mundo teñido de perfeccionismo. Disfrazamos de solidaridad el reciclar, y así escondemos la realidad: que en el fondo pensamos que una persona vale por lo que hace, incluso que ES lo que hace. Nos preocupamod por títulos, logros, metas... y nos olvidamos de vivir. Nos preocupamos por lo que hacemos...y olvidamos quienes somos.
Admiramos a la gente por lo que hace o hizo, y yo me pregunto: ¿qué pasará cuando esa persona no sea capaz de hacer nada? Más tarde nos sorprendemos de la tasa de suicidios, de tantos ancianos que mueren olvidados, de no soportar estar cerca de un enfermo, del acoso escolar y de la preocupación por la imagen. El problema es que hemos olvidado que la dignidad de una persona es algo inherente a ella.
"Tiene tal título" " habla 4 idiomas" "fíjate lo que ha logrado, solo con su esfuerzo, sin ayuda de nadie", "qué mérito tiene, qué fuerte es, no para un momento", decimos... Y sin embargo, he aquí un secreto: no es menos madre la que está postrada en cama por una quimioterapia que la fuerte que puede con todo. Quizás la primera esté regalando a sus hijos algo mucho más valioso: enseñándoles la potencia del amor y de la gratuidad.
Vivimos en una incesante vorágine sin tener claro a donde nos dirige... ni siquiera sabemos realmente a donde queremos llegar. Se nos ha olvidado lo que realmente importa en la vida. Se nos ha olvidado cómo mirar al hombre... a ese ser humano que tropieza y se levanta, que es débil y fuerte a la vez, capaz de lo mejor y lo peor... y cuya grandeza estriba en esa continua paradoja.
Que conste que esta reflexión va dirigida a mí misma. Si alguien se siente identificado bienvenido sea, pero que quede claro que iba para mí... para mí y para todo aquel cuyo interior aún sea capaz de dejarse sacudir.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Pasarse el testigo

Cuando empiezas medicina en la UAM hay (o al menos había cuando yo empecé) un "sistema de tutores", es decir,  estudiantes de segundo curso que se ofrecían voluntarios se "hacían cargo" de grupos de 2-4 estudiantes. Su función era orientarles, resolver dudas, pasar apuntes, recomendar libros... Puede que realmente no necesitase mucho a las que fueron mis tutoras, pero no negaré que fueron un apoyo importante: me encontraba con ellas por los pasillos, nos preguntaban cómo íbamos... simplemente las veíamos, estaban allí; nos sentíamos cómodas conociendo a gente de cursos superiores, iban por delante de nosotras pero por el mismo camino.

Yo también fui tutora cuando me llegó el turno, obviamente, y eso fue solo el principio: cuando entras por primera vez al hospital, completamente perdido y desorientado, siempre terminas encontrando un estudiante mayor que te guíe; fue un residente quien me consiguió un pijama la primera vez que entré a quirófano, un auxiliar quien me enseñó a lavarme, una enfermera quien respondió por mí a la pregunta de "¿qué talla de guantes usas?". Fue un estudiante de un curso superior (que estaba allí por casualidad) el que puso la hoja del bisturí en su sitio la primera vez que me tocó preparar sola una practica de anatomía, una opositora MIR la que me dió ánimos el primer verano que tuve que pasar íntegro estudiado, y mi compañera de clase la que hacía soportable e incluso divertidas esas interminables horas de repaso en disección... y la lista es interminable.
Así vas aprendiendo, y así vas enseñando; humildemente y sin creerte más que nadie, poco a poco unos vais tirando de los otros en esta escalada hacia la meta de convertirse en médicos. Cuando quieres dar cuenta, eres tú ese estudiante que ayuda en disección al de un año menos, el que guía por el hospital al de tercero, la opositora MIR que anima en la biblioteca a la estudiante en sus recuperaciones...

He tenido malos y buenos profesores, pero seria injusto decir que sólo han sido ellos los que me han enseñado; de hecho, el recuerdo de esos otros "profesores" extraoficiales que han ido tirando de mí es hoy estimulo para seguir adelante. En esta escalada, tú tiras de los que van por detrás, y los que van por delante tiran de tí. Si es cierta esa parte del Juramento Hipocrático, ¿por qué no iba a serlo también el resto? ¿Por qué no iban a tener razón también los residentes y médicos que me dicen que siga, que esto merece la pena? ¡¡Así que lo dicho!! Mucho ánimo a los que vais por este camino.

...si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente
y sin ningún género de recompensa.
..
JURAMENTO HIPOCRÁTICO

...Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del que son acreedores...
CONVENCIÓN DE GINEBRA


viernes, 4 de septiembre de 2015

Tutores MIR... extraoficiales

¡¡Primera semana después de vacaciones!!

Sí, el tiempo pasa, inexorablemente, y ya está cerca la mitad de la “segunda vuelta” (la TEMIDA segunda vuelta...). Sí, asusta la velocidad a la que avanzan los días, y a veces me asaltan pensamientos acerca de si estaré estudiando bien o no, si me estaré “acomodando”, si puedo hacerlo mejor. Sí, la academia con la que te prepares te pondrá un tutor, y es una figura importante... pero yo quiero hacer mención aquí a todos esas personas que día a día me orientan, apoyan, aguantan y estimulan, tanto de cerca como de lejos del ámbito MIR:
  •          Excompañeros de facultad y actuales compañeros de academia, con los que compartes lo que vives
  •          Antiguos opositores MIR (ahora residentes), que te aseguran que el esfuerzo valdrá la pena y están siempre dispuestos a darte ánimos (y algún que otro consejo…)
  •          Amigos de toda la vida, que te ayudan a desconectar cuando hace falta y que aguantan fielmente tus comentarios acerca de “netas”, horas de estudio y simulacros… y que compartiendo su vida contigo te recuerdan que el MIR es, simplemente, una etapa más de la vida
  •          Compañeros de biblioteca, que hacen que la rutina sea hasta divertida
  •          Tu familia, tus raíces, porque saber de dónde vienes a veces es importante para tener claro a dónde vas… y un largo etc de gente que se cruza en tu día a día y te ayuda a caminar.

Por mi parte, sigo con “rutina y disciplina”, a terminar dicha segunda vuelta, descansada después de una semana de vacaciones y con muchos buenos propósitos que cumplir. GRACIAS a esos "tutores" anónimos, aunque muy muy concretos, por estar ahí. Sin duda... el camino acompañada sabe mejor.

jueves, 6 de agosto de 2015

Desconectar de vez en cuando, pero volver y seguir caminando...

La lista de peliculas vistas cada vez se hace mayor; son el sustrato perfecto para desconectar, reflexionar y recordar el porqué de tanto estudio. Aún así, no es raro que "sueñe" con la última lección estudiada... pasando 8 horas diarias concentrada en los manuales, ¿podría ser de otro modo? Es un tiempo, unos meses, en los que mi vida se concreta así.

No quiero inducir a nadie a error: estoy disfrutando mucho de los ratos de desconexión, de toda la gente con la que estoy quedando, de esos planes improvisados que surgen en cualquier momento y, por qué no, también del propio estudio y de este repaso a la medicina. Sí, es verdad que muchas veces me cuesta mantener la concentración, que me harto, me canso y me descentro; que pierdo el tiempo y que me distraigo... y no, ni voy a conformarme o justificarme ni voy a desesperarme: simplemente volveré a empezar tantas veces  como haga falta, con sencillez, sin más.

Sí, quizás a veces ralentizo el paso, pero sigo en el camino, y son dos las cosas que tengo claras: que sé a donde quiero llegar y que mientras tanto voy a disfrutarlo.

viernes, 31 de julio de 2015

El hombre que decidió olvidar su corazón

Nadie sabe cómo lo hizo. Dicen que su corazón lloró hasta que de cansancio se durmió. Fue entonces cuando pensó que no le quedaba otra solución: lo cogió, lo envolvió en miedo y lo guardó en un cajón. Fabricó siete candados y tiró las siete llaves. Lo cubrió de olvido y salió silenciosamente de la habitación, cerrando con cuidado la puerta tras de sí... no quería despertarlo. Cuando la puerta se cerró dejó de oírlo latir. Se dejó caer, deslizándose por la pared hasta el suelo, y así se quedó un rato: los ojos vidriosos, la mirada perdida, y en el horizonte la razón. Se levantó tambaleándose, pero no titubeó. No miró hacia atrás al empezar a caminar. Hoy se reirá mientras te cuenta la historia, como si de un cuento más se tratara... no te dejes engañar: si se atreviera a ser sincero te diría que no es una historia; si fuera sincero te confesaría que, aunque a lo lejos, hay momentos en los que aún le oye susurrar...

martes, 28 de julio de 2015

Puentes

Puentes. Enlaces. Transiciones.
Momentos de la vida en los que el motivo por el que avanzar consiste en llegar a otro lugar, tiempo en el que los medios se convierten en el fin, circunstancias en las que la niebla que todo lo envuelve te obliga a seguir el camino emprendido y confiar en que escogiste la dirección adecuada.
Te cansas y paras, pero bien sabes que no tardarás en volver a echar a andar: el camino está por delante y lo mejor aún por llegar.

Con el MIR a veces sucede esto: 8 horas de tu día estudiando hacen que tu día a día pase entre manuales, apuntes, enfermedades y conceptos teóricos, y la vida "real" quede un poco... relegada a segundo plano.

Cansada todo se ve más negro... "Tranquila -te dices- no existe el puente eterno". De hecho, un enlace se caracteriza justamente por eso: porque acaba en otra parte. Y con esta convicción te animas a continuar. ¿No consiste en eso la esperanza?


viernes, 17 de julio de 2015

Semillas de esperanza (I)

Hoy es uno de esos días en los que la vida da tregua y todo parece tener sentido; un día de esos en los que amaina la tormenta y lo cotidiano se vuelve belleza.... ¿Por qué, que es eso tan extraordinario? Bueno, realmente nada; nada y... todo.
Este es un ejemplo de esos pequeños detalles, guiños, que aparecen gratuita e inesperadamente sin razon alguna, para ti y punto... y son cosas pequeñas, pero dan otro color al día.
Hoy  después de salir agotada de la biblioteca y tras pasar por la parroquia una señora me ha preguntado que qué carrera iba a empezar. Sonrío, como cada vez que confunden mi edad de ese modo y explico que ya acabé, que llevo una mochila y sigo estudiando porque me preparo el MIR... "Lo de siempre", pienso, ya dispuesta a explicar una vez más cómo es eso de que ya he acabado pero sigo estudiando, eso de que hago una especialidad pero ya soy médico, etc... Pero resulta que tiene una hija médico, y resulta que una mujer que se ha cruzado en tu camino de modo casual te da ánimos, te habla de que el esfuerzo merece la pena, te recuerda por qué empezaste esto, y acabáis en una conversación que hace que pierdas la noción del tiempo... ¡Y las cosas no acaban allí! Te vas y te encuentras con otra persona, esta vez un chico que quiere estudiar medicina -no me preguntéis como llegamos a ello- y nueva conversacion. :) Al fin y al cabo... la esperanza recibida no está para quedársela para uno mismo, sino para compartirla.
Al final llegas a tu edificio 10 veces más tarde de lo previsto pero feliz. Cruzas la verja, y se te recuerda que es verano: gente en el jardín, música, una fiesta, niños correteando... Entonces es cuando miras la escena, mientras cargas sobre tus hombros esa mochila llena de manuales, y sonríes: sí, tu verano este año no es así... pero eres feliz. Sí: estás donde tienes que estar; sigues luchando por lo que quieres, tanto en la medicina como en el resto de tu vida, y eso es más que suficiente. Disfrutas del camino, consciente de tu pequeñez; te cansas, tropiezas, te levantas (o te levantan...), te desesperas, tiras la toalla y vuelves a recojerla. A veces solo, otras acompañado; a veces  corriendo, otras andando... pero sigues.
¡Y sí! Lo confieso... sé que soy una afortunada.
Y sí: me siento feliz, feliz de muchas cosas... y una de ellas, sin duda, es de SER MÉDICO.

miércoles, 8 de julio de 2015

Deseos de cosas imposibles

La Oreja de Van Gogh
Igual que el mosquito más tonto de la manada
yo sigo tu luz aunque me lleve a morir;
te sigo como les siguen los puntos finales
a todas las frases suicidas que buscan su fin.
Igual que el poeta que decide trabajar en un banco
sería posible que yo en el peor de los casos
le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón
haciendo que firme llorando esta declaración:
Me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré tan sólo a tí.
Igual que el mendigo cree que el cine es un escaparate,
igual que una flor resignada decora un despacho elegante,
prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño
y reir será un lujo que olvide cuando te haya olvidado.
Pero igual que se espera como esperan en la Plaza de Mayo
procuro encender en secreto una vela no sea que por si acaso
un golpe de suerte algún día quiera que te vuelva a ver
reduciendo estas palabras a un trozo de papel.
Me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón,
pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré tan sólo
me callo porque es más cómodo engañarse.
Me callo porque ha ganado la razón al corazón,
pero pase lo que pase,
y aunque otro me acompañe,
en silencio te querré,
en silencio te amaré,
en silencio pensaré tan solo en tí.

Huidas

¿Qué te lleva a huir? A veces es el miedo, un miedo que hace insoportable permanecer donde estás. Otras, una inquietud, un resquicio de esperanza que hace que no puedas quitarte de la cabeza la idea de que hay algo mayor de lo que tienes, que no te puedes conformar... En resumen: unas veces buscas algo, otras huyes de algo...aunque en realidad siempre hay un poco de ambas cosas. El caso es que huyes...porque ya no puedes más.
¿Que peligros lleva huir? En tu huida no miras hacia donde vas, solo quieres salir de donde estás... y cuando por fin dejas de correr puede ser que mires a tu alrededor y ni siquiera sepas dónde te encuentras. Puede que en tu huida olvides de donde venías; puede que pierdas cosas por el camino, que arremetas contra la gente que hay en el camino...
¿Sirve para algo huir? No lo sé. Aunque quizás lo primero sea darte cuenta de que estás huyendo, y lo segundo... plantearte de qué. Sea como sea, nunca está de más aminorar el paso, mirar a tu alrededor. No hay prisa. A veces el camino es más importante que la meta... aunque qué difícil es andar sin saber a donde vas.
"Quizas lo lógico sea asentarme. Quedarme donde estoy, disfrutar lo que tengo" ¿Será cierto? Puede ser, pero una parte de mi se niega q aceptarlo, a ceder, achar la cabeza y conformarse. Mientras queden fuerzas optaré por seguir buscando.

lunes, 22 de junio de 2015

Por caminos que no conoces

"Quería ser artista, pero por avatares de la vida acabó siendo fotógrafa..." Así comenzaba la visita guiada del museo, y al oirla pense: ¿cuántas grandes historias empiezan con un aparente "fracaso"?  Esa mujer, que nunca pensó en ser fotografa, era la autora de la exposición que íbamos a ver. ¡Y así sucede en la vida! Caminamos... muchas veces sin saber hacia donde. No siempre podemos elegir el camino a tomar, ni los caminos que decidimos tomar nos llevan siempre a donde esperábamos.
Miro hacia atrás y descubro que hay muchos caminos que no elegí; muchos de ellos, de hecho, habría elegido no recorrerlos y me fueron dados. Otras veces me equivoqué, otras me paré, me di la vuelta, retrocedí, tome atajos o me perdí. Unos fueron bonitos, otros tuvieron sentido, otros fueron fríos o duros... ¿de qué sirve clasificarlos? El caso es que estoy donde estoy por ellos.
Dicen que en la vida no se eligen las cartas que te tocan, solo decides cómo jugarlas. Yo añadiría que a veces apenas se te da opción a cómo hacerlo; otras se te pide hacer la jugada antes de dominar todas las reglas del juego; en otras te equivocas, en otras tus cartas cambian cuando menos te lo esperas... y en la vida no existe el "tiempo muerto".
El caso es que se sigue caminando, el caso es que en ese camino va y viene gente que ayuda a darle sentido; el caso es que quizás sea mejor así, porque si siempre pudiéramos decidir nuestra vida ésta nunca sería más grande que aquello que podemos imaginar. ¡¡Menos mal que no es así!!
Y sí, hay momentos en los que querrías que las cosas fueran distintas a como son, pero también es verdad que hay otros en los que la vida te sorprende, y tienes que dar gracias por ello. Porque la realidad siempre supera la ficción, si te dejas sorprender y permaneces el tiempo suficiente para verlo...
Disfrutando de una noche de verano, me pregunto.. ¿y cuando nada parece tener sentido, qué se hace mientras? Y sí, nos asusta lo q no conocemos, o cuando tenemos que caminar y nos vemos ciegos... y no hay ninguna receta mágica para hacerlo. Pero ahí está el camino. Y sin dejar de disfrutar del camino que recorres, sigues caminando.

jueves, 14 de mayo de 2015

Y decidí ser médico...

Una vez me dijeron que todo estudiante de medicina o médico elige la carrera, pero que es en un momento dado en el que toma la decisión de ser médico, en el que la medicina se descubre ante él, y de obligación o profesión pasa a ser vocación.

Es cierto que hay momentos en la vida que quedan marcados a fuego. Momentos en los que el ir y venir del día a día parecen paralizarse... y de repente todo se coloca: la rutina cobra sentido, el camino parece tener dirección y la vida pasa de ser carga a ser algo de lo que disfrutar.

Aquella tarde de Agosto el sol abrasaba el asfalto de Madrid, como cualquier día de verano a las 3:20 de la tarde. Salí del hospital, en calidad de estudiante... primera rotación de verdad. Caminé ajena al al bullicio que me rodeaba, rutina de cualquier día laborable, aparentemente un simple día más... Ese día descubrí algo importante: que me apasionaba la medicina. Agotada y al borde del desmayo, habiéndome levantado a las 6:30 de la mañana y sin haber tomado nada más que un café pero con una sonrisa de oreja a oreja y sin caber en mí: feliz. Por encima de todo, un pensamiento que no me podía quitar: mi vida, por primera vez en 2 años, volvía a tener sentido. 

No pretendo explicar qué sucedió esa mañana de Agosto, ni deriva de ella mi pasión por la medicina, pues lo que ese día intuí se ha ido concretando poco a poco... y aún queda mucho camino por delante. Sólo me remito a recordar con cariño lo que viví, esa sensación que no recordaba desde hacía ya un par de veranos: que la vida no era solo para sobrevivir, que ante mí se abría un horizonte mucho mayor. Ese día podría decirse que "me enamoré" de la medicina. Y desde ese día he ido aprendiendo lo que significa ser estudiante de medicina; asomándome a ella, a la vida de tantos pacientes y médicos que se han cruzado por mi camino, y al día a día de un hospital.

Hoy ya no siento que la medicina sea lo único que da sentido a mi vida, pero ¿por qué no? Es una parte importante de ella. No voy a pararme a explicar los motivos que dan sentido a esta realidad. Tampoco voy a decir que la medicina sea lo único que tengo, porque mentiría: pero cuando esté harta de los pacientes o habituada a la rutina, quiero recordar que hubo un día en el que la medicina me llenó de sentido, que fue el empujón que necesitaba para volver a creer que la vida de verdad merecía la pena ser vivida. 

¿Hoy? Hoy aun sé que la medicina vale la pena. Hoy acabo agradecida la carrera, y animo a todos los que estén en ella. Hoy me siento afortunada porque puedo decir que ahora ya no me toca descubrir lo que es ser estudiante de medicina, que eso ya pasó. Hoy recuerdo el día en el que decidí que sí, que no sólo estaba en la carrera, que es que de verdad quería ser médico... y a partir de ahora tocará algo nuevo: aprender lo que conlleva serlo. 



lunes, 11 de mayo de 2015

Capítulo 2 - Primavera

Mira a tu alrededor. Ahí está el mundo, si sabes ver. Ante tus ojos se alza la primavera, nexo de unión entre invierno y verano. Lo que parecía muerto florece, lo seco se torna belleza: nada hay que no esté llamado a renacer. Y esto sucede a la vista de todos, para quien sepa ver.

Ese mismo día que él despertaba en aquel cruce de caminos, en otro mundo, otra realidad, ella también disfrutaba de los rayos de sol que venían a saludarla. Sentada, viendo la vida pasar, sentía que parar de vez en cuando no era desperdiciarla sino saborearla. Estaba acostumbrada a vivir deprisa, a ser productiva, a no fallar nunca: no había tiempo para los errores en su vida. Aun así los cometía (¿y quién no?) pero podía decirse, en cierto modo, que estaba orgullosa de sí misma.

Como todos los días, hoy había salido un poco antes de la hora de entrada a su trabajo con el fin de aprovechar el rato muerto que quedaba entre la hora de desayuno y el inicio de la jornada laboral. Sin embargo y sin saber por qué, hoy había cambiado esa productividad diaria por sentarse un rato al sol. El paisaje era el de siempre:  el azul del cielo contrastaba con el verde que ya empezaba a brotar; se oía el ruido de las obras y las voces de quienes trabajaban en ellas; los coches pasaban, ocupados por una o dos personas que comenzaban la rutina… Paisaje de todos los días que ella hoy veía con otros ojos. Las calles, el asfalto, los coches, los edificios… todo era igual que siempre. Y sin embargo, hoy estaba especialmente vivo. Se paró a pensar en la gente con la que se cruzaba a diario: en la carretera, en el trabajo, en la calle… vidas que se cruzaban, ajenas las unas a las otras, tan cerca y a la vez tan lejos.

Cerró los ojos. Se sentía inquieta y no sabía por qué. No tenía ningún sentido, puesto que su vida en este momento era totalmente estable, y no sólo eso, sino que se consideraba feliz en ella. Y sin embargo no podía apartar de sí esa sensación, ese nerviosismo, como si algo trascendente estuviera a punto de suceder… Abrió los ojos meneando la cabeza. “Menuda tontería –pensó. – Estela, vuelve a la realidad” Se levantó de las escaleras y se fue a trabajar.


domingo, 3 de mayo de 2015

Crónica de un puente cualquiera

"La verdad, por mucho que me remonte en el tiempo siempre te recuerdo estudiando..."

Frases así son muy frecuentes, y en parte tienen razón. 
La gente con la que iba a la biblioteca cuando empecé la carrera ahora trabajan, tienen hijos,
están casados... y yo sigo en la misma biblioteca.

Ha llovido mucho durante estos años, pero algo sigue siendo igual: siempre hay gente diciéndote que cuánto estudias, y que si merece la pena. 
Aquí dejo una explicación a tanto estudio, que escribí hace más de 2 años...
Y por cierto, no todo en medicina es estudio. Y no, no siempre estoy segura de si merece la pena, pero si de algo estoy segura es de esto: voy a seguir luchando por ello.

Escrito en el puente de diciembre de 2012:

Me preguntaba ayer una chica en una sesión de biblioteca (de esos maratones de 9 de la mañana a 8 de la tarde…) que si compensaba tanto estudio. La verdad, aunque en ese momento le solté un bonito “speech” ahora, a la vez que está siendo el bautizo del primer hijo de unos amigos, vuelvo a hacerme la misma pregunta: ¿de verdad merece la pena? Cada vez que vas a una biblioteca te encuentras con gente de medicina: gente que conoces (curso arriba, curso abajo..), CTOs abiertos por las mesas, atlas de anatomía, tratados de farmacología, MIReños… Saludas a unas personas, te saludan otros, cruzáis conversaciones… “Qué tal” “Pues ya ves... cansada, pero bueno” – te dice una amiga cuando la saludas. “pues ya ves, preferiría estar en otro sitio…” “bueno, con el planazo que tenemos” – contestas.. “¡Ya ves!” – te sonríen… “¡Menudo planazo de puente, no pasamos por casa!” Y así, entre risas y libros, va pasando el tiempo.

La verdad, hay muchas razones para dedicarle tanto tiempo al estudio en Medicina. La primera y más obvia, que como recortes mucho de este tiempo (ahora que los recortes están tan de moda, y ya no hay ni calefacción en las consultas, dato totalmente verídico, por cierto...) para empezar no apruebas. Otra, es que quieres saber. Quieres formarte. Quieres llegar a ser médico. Y no un médico cualquiera… aunque tampoco el mejor médico. Cuando pienso en qué tipo de médico quiero ser, es éste, y por esto estudio: la mejor médico que yo pueda ser.

Ese es mi objetivo actual. Curar, cuidar, estar. Atender a las personas, allá donde necesiten un médico. Para eso me formo. Para eso me levanto cada mañana.

Quizás un día me levante y me dé cuenta de que idealicé esto en exceso… Yo quiero pensar que en ese caso, igual que hoy lucho desde la mesa de estudio, seguiré luchando (aunque sea desde un hospital o una consulta) intentando no ser un médico mediocre. 

¿Habrá merecido la pena? El tiempo lo dirá. Yo por ahora..sigo estudiando.