domingo, 20 de septiembre de 2015

Acerca del sufrimiento

Son pocos los que se atreven a hablar de esto hoy en día. La mayor parte de gente prefiere darle la espalda y, sinceramente, no les culpo. Sufrir no se parece a eso que les pasaba a los héroes que veíamos de pequeños: sufrir no es agradable, nadie quiere pasarlo mal... pero la realidad de la vida es que hay sufrimiento. Sí, son pocos los que se atreven a reconocerlo, pero cuando miro alrededor veo que, en cambio, son muchos los que querrían alzar su voz y que su sufrimiento fuera escuchado; muchos los que necesitarían desahogarse, los que necesitan ser acompañados... De hecho, ¿quién no? Pero parece que hay que ocultar "lo feo", que nadie tiene derecho a enturbiar la vida de nadie, que molestan... y eso no es cierto.
Quizás ésta sea esa una de las partes que más "engancha" de la medicina: se nos forma para estar justo ahí, al lado de quien sufre. Se nos forma para no huír del sufrimiento sino para todo lo contrario: para abrazarlo en cada persona. Como médicos, reconoceremos delante de quien sufre que ese dolor no es debido, haremos lo posible por aliviarlo y a ser posible eliminarlo (de aquí, de hecho, surge la medicina...) Pero también mientras ese sufrimiento dure nos ofreceremos como mano amiga, como compañeros de batalla; estaremos para ti, como aliados en lo que estés pasando. Como médicos seremos testigos de que muchos otros recorrieron ese camino y salieron airosos; no nos asustaremos de tu dolor, permitiremos que te derrumbes a nuestro lado, no apartaremos la mirada para dirigirla a terrenos más "bonitos"... No: es justamemte allí donde hemos elegido estar, porque ni una herida duele menos por negar su existencia ni el sufrimiento va a dejar de existir por mirar hacia otro lado.
Puede que no siempre actuemos así, pero así es como creo que debemos actuar. He visto el fruto que dan médicos que viven así, y esa es la clase de médico que yo quiero ser.
Me doy cuenta de que la vida es muy corta para perderla huyendo. Sí, yo también lloro de impotencia, me enfado y me rebelo... pero mientras viva quiero estar justo ahí: junto al que sufre, junto a quien su compañía ya no es agradable... junto a quien ya, aunque quiera, no puede ignorar la existencia del sufrimiento.
Disfrutaré de cada alegría que me brinde la vida, y la buscaré esté en la situación que esté, por supuesto: pero no negaré que existe sufrimiento. Llevo mucho tiempo huyendo, y me he cansado. Ni puedo ni quiero mirar hacia otro lado. Mientras haya quien sufre, elijo estar a su lado.

jueves, 17 de septiembre de 2015

¿Somos lo que hacemos?

Vivimos en un mundo teñido de perfeccionismo. Disfrazamos de solidaridad el reciclar, y así escondemos la realidad: que en el fondo pensamos que una persona vale por lo que hace, incluso que ES lo que hace. Nos preocupamod por títulos, logros, metas... y nos olvidamos de vivir. Nos preocupamos por lo que hacemos...y olvidamos quienes somos.
Admiramos a la gente por lo que hace o hizo, y yo me pregunto: ¿qué pasará cuando esa persona no sea capaz de hacer nada? Más tarde nos sorprendemos de la tasa de suicidios, de tantos ancianos que mueren olvidados, de no soportar estar cerca de un enfermo, del acoso escolar y de la preocupación por la imagen. El problema es que hemos olvidado que la dignidad de una persona es algo inherente a ella.
"Tiene tal título" " habla 4 idiomas" "fíjate lo que ha logrado, solo con su esfuerzo, sin ayuda de nadie", "qué mérito tiene, qué fuerte es, no para un momento", decimos... Y sin embargo, he aquí un secreto: no es menos madre la que está postrada en cama por una quimioterapia que la fuerte que puede con todo. Quizás la primera esté regalando a sus hijos algo mucho más valioso: enseñándoles la potencia del amor y de la gratuidad.
Vivimos en una incesante vorágine sin tener claro a donde nos dirige... ni siquiera sabemos realmente a donde queremos llegar. Se nos ha olvidado lo que realmente importa en la vida. Se nos ha olvidado cómo mirar al hombre... a ese ser humano que tropieza y se levanta, que es débil y fuerte a la vez, capaz de lo mejor y lo peor... y cuya grandeza estriba en esa continua paradoja.
Que conste que esta reflexión va dirigida a mí misma. Si alguien se siente identificado bienvenido sea, pero que quede claro que iba para mí... para mí y para todo aquel cuyo interior aún sea capaz de dejarse sacudir.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Pasarse el testigo

Cuando empiezas medicina en la UAM hay (o al menos había cuando yo empecé) un "sistema de tutores", es decir,  estudiantes de segundo curso que se ofrecían voluntarios se "hacían cargo" de grupos de 2-4 estudiantes. Su función era orientarles, resolver dudas, pasar apuntes, recomendar libros... Puede que realmente no necesitase mucho a las que fueron mis tutoras, pero no negaré que fueron un apoyo importante: me encontraba con ellas por los pasillos, nos preguntaban cómo íbamos... simplemente las veíamos, estaban allí; nos sentíamos cómodas conociendo a gente de cursos superiores, iban por delante de nosotras pero por el mismo camino.

Yo también fui tutora cuando me llegó el turno, obviamente, y eso fue solo el principio: cuando entras por primera vez al hospital, completamente perdido y desorientado, siempre terminas encontrando un estudiante mayor que te guíe; fue un residente quien me consiguió un pijama la primera vez que entré a quirófano, un auxiliar quien me enseñó a lavarme, una enfermera quien respondió por mí a la pregunta de "¿qué talla de guantes usas?". Fue un estudiante de un curso superior (que estaba allí por casualidad) el que puso la hoja del bisturí en su sitio la primera vez que me tocó preparar sola una practica de anatomía, una opositora MIR la que me dió ánimos el primer verano que tuve que pasar íntegro estudiado, y mi compañera de clase la que hacía soportable e incluso divertidas esas interminables horas de repaso en disección... y la lista es interminable.
Así vas aprendiendo, y así vas enseñando; humildemente y sin creerte más que nadie, poco a poco unos vais tirando de los otros en esta escalada hacia la meta de convertirse en médicos. Cuando quieres dar cuenta, eres tú ese estudiante que ayuda en disección al de un año menos, el que guía por el hospital al de tercero, la opositora MIR que anima en la biblioteca a la estudiante en sus recuperaciones...

He tenido malos y buenos profesores, pero seria injusto decir que sólo han sido ellos los que me han enseñado; de hecho, el recuerdo de esos otros "profesores" extraoficiales que han ido tirando de mí es hoy estimulo para seguir adelante. En esta escalada, tú tiras de los que van por detrás, y los que van por delante tiran de tí. Si es cierta esa parte del Juramento Hipocrático, ¿por qué no iba a serlo también el resto? ¿Por qué no iban a tener razón también los residentes y médicos que me dicen que siga, que esto merece la pena? ¡¡Así que lo dicho!! Mucho ánimo a los que vais por este camino.

...si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente
y sin ningún género de recompensa.
..
JURAMENTO HIPOCRÁTICO

...Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del que son acreedores...
CONVENCIÓN DE GINEBRA


viernes, 4 de septiembre de 2015

Tutores MIR... extraoficiales

¡¡Primera semana después de vacaciones!!

Sí, el tiempo pasa, inexorablemente, y ya está cerca la mitad de la “segunda vuelta” (la TEMIDA segunda vuelta...). Sí, asusta la velocidad a la que avanzan los días, y a veces me asaltan pensamientos acerca de si estaré estudiando bien o no, si me estaré “acomodando”, si puedo hacerlo mejor. Sí, la academia con la que te prepares te pondrá un tutor, y es una figura importante... pero yo quiero hacer mención aquí a todos esas personas que día a día me orientan, apoyan, aguantan y estimulan, tanto de cerca como de lejos del ámbito MIR:
  •          Excompañeros de facultad y actuales compañeros de academia, con los que compartes lo que vives
  •          Antiguos opositores MIR (ahora residentes), que te aseguran que el esfuerzo valdrá la pena y están siempre dispuestos a darte ánimos (y algún que otro consejo…)
  •          Amigos de toda la vida, que te ayudan a desconectar cuando hace falta y que aguantan fielmente tus comentarios acerca de “netas”, horas de estudio y simulacros… y que compartiendo su vida contigo te recuerdan que el MIR es, simplemente, una etapa más de la vida
  •          Compañeros de biblioteca, que hacen que la rutina sea hasta divertida
  •          Tu familia, tus raíces, porque saber de dónde vienes a veces es importante para tener claro a dónde vas… y un largo etc de gente que se cruza en tu día a día y te ayuda a caminar.

Por mi parte, sigo con “rutina y disciplina”, a terminar dicha segunda vuelta, descansada después de una semana de vacaciones y con muchos buenos propósitos que cumplir. GRACIAS a esos "tutores" anónimos, aunque muy muy concretos, por estar ahí. Sin duda... el camino acompañada sabe mejor.