jueves, 17 de septiembre de 2015

¿Somos lo que hacemos?

Vivimos en un mundo teñido de perfeccionismo. Disfrazamos de solidaridad el reciclar, y así escondemos la realidad: que en el fondo pensamos que una persona vale por lo que hace, incluso que ES lo que hace. Nos preocupamod por títulos, logros, metas... y nos olvidamos de vivir. Nos preocupamos por lo que hacemos...y olvidamos quienes somos.
Admiramos a la gente por lo que hace o hizo, y yo me pregunto: ¿qué pasará cuando esa persona no sea capaz de hacer nada? Más tarde nos sorprendemos de la tasa de suicidios, de tantos ancianos que mueren olvidados, de no soportar estar cerca de un enfermo, del acoso escolar y de la preocupación por la imagen. El problema es que hemos olvidado que la dignidad de una persona es algo inherente a ella.
"Tiene tal título" " habla 4 idiomas" "fíjate lo que ha logrado, solo con su esfuerzo, sin ayuda de nadie", "qué mérito tiene, qué fuerte es, no para un momento", decimos... Y sin embargo, he aquí un secreto: no es menos madre la que está postrada en cama por una quimioterapia que la fuerte que puede con todo. Quizás la primera esté regalando a sus hijos algo mucho más valioso: enseñándoles la potencia del amor y de la gratuidad.
Vivimos en una incesante vorágine sin tener claro a donde nos dirige... ni siquiera sabemos realmente a donde queremos llegar. Se nos ha olvidado lo que realmente importa en la vida. Se nos ha olvidado cómo mirar al hombre... a ese ser humano que tropieza y se levanta, que es débil y fuerte a la vez, capaz de lo mejor y lo peor... y cuya grandeza estriba en esa continua paradoja.
Que conste que esta reflexión va dirigida a mí misma. Si alguien se siente identificado bienvenido sea, pero que quede claro que iba para mí... para mí y para todo aquel cuyo interior aún sea capaz de dejarse sacudir.

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