miércoles, 24 de mayo de 2017

Pediatría...y otras cosas buenas de la vida

Una de la mañana.
Urgencias de Hospital.
Comentario de niño de 6 años a su madre
(insisto, 6 años):
"Mamá, no te preocupes, que ahora va la médico, lo busca en Google y nos dice qué tengo"

Momentos así me recuerdan la suerte que tengo. No importa que lleve 17 horas trabajadas y que me queden unas cuantas más. No importa el miedo previo. No importa mi falta de tiempo ni la inseguridad, los momentos de realización, de cansancio, de errores o de avanzar.

Muchas veces me siento fuera de lugar. Muchas veces siento que no encajo en el mundo en el que me muevo, que algo falla conmigo, que no encuentro mi lugar. Momentos así me hacen recordar la simpleza de la vida... ¡Y aquí estoy yo! Con unos vaqueros anchos, tirada en la cama, sin entender por qué estoy tan cansada. Ayer, muchas emociones... Y eso que creí que la avalancha de sensaciones tras la guardia era ya cosa superada.

¿Sinceramente? Querría alguien a mi lado con quien compartir todas aquellas cosas que voy descubriendo. No ser yo la única testigo de mi vida. Pero ese alguien no está, y yo no puedo inventármelo.  Podría escribir a quien se quisiera venir. Seguiría siendo falso. Hoy estoy orgullosa de mí misma. Me siento en paz con mi vida. Quiero hacer de ella algo que merezca la pena... que permanezca.

Supongo que también por eso soy un bicho raro. ¿Seré lo suficientemente fuerte para mantenerme y buscarlo? Es más fácil conformarse, mendigar algo de atención, refugiarse en un "hice lo que pude", poner excusas... pero aquí estoy. Esta soy yo. No pretendo que nadie lo entienda. Me basta con que para mí valga la pena.

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