Mira a tu alrededor. Ahí está el mundo, si
sabes ver. Ante tus ojos se alza la primavera, nexo de unión entre invierno y
verano. Lo que parecía muerto florece, lo seco se torna belleza: nada hay que
no esté llamado a renacer. Y esto sucede a la vista de todos, para quien sepa
ver.
Ese mismo
día que él despertaba en aquel cruce de caminos, en otro mundo, otra realidad,
ella también disfrutaba de los rayos de sol que venían a saludarla. Sentada,
viendo la vida pasar, sentía que parar de vez en cuando no era desperdiciarla
sino saborearla. Estaba acostumbrada a vivir deprisa, a ser productiva, a no
fallar nunca: no había tiempo para los errores en su vida. Aun así los cometía
(¿y quién no?) pero podía decirse, en cierto modo, que estaba orgullosa de sí
misma.
Como
todos los días, hoy había salido un poco antes de la hora de entrada a su
trabajo con el fin de aprovechar el rato muerto que quedaba entre la hora de desayuno
y el inicio de la jornada laboral. Sin embargo y sin saber por qué, hoy había
cambiado esa productividad diaria por sentarse un rato al sol. El paisaje era
el de siempre: el azul del cielo contrastaba
con el verde que ya empezaba a brotar; se oía el ruido de las obras y las voces
de quienes trabajaban en ellas; los coches pasaban, ocupados por una o dos
personas que comenzaban la rutina… Paisaje de todos los días que ella hoy veía
con otros ojos. Las calles, el asfalto, los coches, los edificios… todo era
igual que siempre. Y sin embargo, hoy estaba especialmente vivo. Se paró a
pensar en la gente con la que se cruzaba a diario: en la carretera, en el
trabajo, en la calle… vidas que se cruzaban, ajenas las unas a las otras, tan
cerca y a la vez tan lejos.
Cerró
los ojos. Se sentía inquieta y no sabía por qué. No tenía ningún sentido,
puesto que su vida en este momento era totalmente estable, y no sólo eso, sino
que se consideraba feliz en ella. Y sin embargo no podía apartar de sí esa
sensación, ese nerviosismo, como si algo trascendente estuviera a punto de
suceder… Abrió los ojos meneando la cabeza. “Menuda tontería –pensó. – Estela, vuelve
a la realidad” Se levantó de las escaleras y se fue a trabajar.
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