“Ver de cerca una montaña y no sentir deseos de subirla es radicalmente imposible.” Ramón Suriñach
jueves, 26 de noviembre de 2015
Cualquier día MIR
martes, 24 de noviembre de 2015
Lo que dice el frío
Ya no te recuerdo, no te echo de menos: podrían decirme que fuiste un sueño y yo les creería... porque ya no te recuerdo.
Ya no existes en mi vida. Desapareciste. Pienso en ti y no siento nada.
Puede estar tu recuerdo, pero no me evoca nada. Ya no sé lo que es sentirme querida, sentirme cuidada; lo que es descansar en alguien, tener un confidente, no luchar sola, y otras tantas cosas...
Desaparecieron, no están.
Olvidé que era sentir eso, y por más que trate de hacer memoria ya no lo recuerdo. Por eso, aunque mi cabeza se acuerde vagamente de que exististe, ésta es la realidad: que si pienso en ti ya no te recuerdo.
¿Sabes qué es lo más curioso? Que si pienso en ti ya no te recuerdo, pero ahora llega el frío y me habla de ti y del último invierno; me ilusiono y eso me habla de ti, la alegría y la esperanza me hablan de ti, porque eso eras tú. Sí, ¡ya ves! No te recuerdo pero estás escondido en cada cosa buena que la vida me va trayendo...
¿No te recuerdo? Quizás simplemente no puedo recordarte cuando yo quiero; decían que te olvidaría y tenían razón, eso he hecho. Dentro de mí no queda nada de ti... pero fuera si. En ti, en cambio, no queda nada de mi, ni dentro ni fuera... Supongo que tú tampoco has elegido eso, como yo no elegí que el frío me trajera tu recuerdo.
"Son cosas que pasan", dice la gente... yo me callo y sonrío. No te esperaba, llegaste y te fuiste... Te olvidé (o eso creía) y llega el frío y trae tu recuerdo consigo. No es amargo, solo recuerdo... y como recuerdo, habla de vacío, de lo que estuvo y no está, pero sólo eso, eso sin más. No es que sea amargo: es solo (¿solo?) solo verdad.
¡Así de peculiar es la vida! Un día cualquiera va y coge el frío y le da por decirme sin palabras que fui feliz contigo.
jueves, 12 de noviembre de 2015
Todos luchamos por algo
Pero henos aquí,
igual que en las grandes historias,
señor Frodo, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros.
Ésas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien?
¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido?
Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso
a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan
el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas.
Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo. ¡Ahora lo entiendo!
Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran, pero no lo hacen:
siguen adelante, porque todos luchan por algo.
Frodo: ¿Por qué luchas tú ahora, Sam?
Sam: Para que el bien reine en este mundo , señor Frodo.
Se puede luchar por eso.
Colocando cachivaches
En medio de mi desorden voy colocando cositas, limpiando, ordenando... y es entonces cuando me doy cuenta de lo afortunada que soy y de que, si las cosas hablaran, darían testimonio de eso mismo. Mis estanterías están llenas de "cachivaches", cosas que están ahí y que probablemente solo yo se porqué: piedras, figuras, notas, fotos, y un largo etc; regalos que me han hecho y regalos que pensé hacer; cosas que hablan de la gente que ha pasado por mi vida y que, de un modo u otro, han dejado huella en ella.
Algunas de esas personas siguen a mi lado; hay otras que se cruzaron por mi vida tan sólo un instante, o cuyo camino en algún momento tiró para otro lado, e incluso gente que ya no está en este mundo... pero todas estuvieron por algo, todas son importantes, a todas ellas tengo algo que agradecer, y hoy (y sobretodo en momentos malos) son motivo de esperanza. A ellas les cojo el testigo, por ellas continúo mi vida, por ellas no me conformo con hacer de mis días cualquier cosa, por ellas sigo apostando, levantándome cada vez que me caigo, ampliando horizontes, subiendo listones. Por ellas levanto la cabeza orgullosa, porque he sido muy amada, porque soy muy afortunada. He sido y soy testigo de la grandeza del ser humano, de las relaciones interpersonales, de cómo la gente lucha, vive, muere, camina; de grandezas y bajezas, de hazañas y de errores. Soy feliz por todos aquellos que han pasado por mi vida, por los que están y por los que vendrán. Esto no es un "speech" bonito: es una realidad. Nos afanamos en conseguir mil cosas y muchas veces no nos damos cuenta de que no hay nada más grande que esas personas que tenemos al lado, que antas veces "bypasseamos"; confundimos lo urgente con lo importante, y aunque obviamente hay que encargarse de lo primero, de lo que toca en este momento, si descuidamos lo segundo ¿para qué nos sirve?
No sólo hay que decidir qué vivir: lo más importante es el modo en el que se vive. Sí, a veces es bueno parar a mirar alrededor. A veces son unos "cachivaches" los que se encargan de recordarnos qué es lo que verdaderamente importa... porque no es obvio, porque es lo que realmente merece la pena... y por eso hay que cuidarlo.