jueves, 26 de enero de 2017

En crisis con la medicina

La medicina y yo hemos tenido tradicionalmente un relación amor/odio. Tras un año de luna de miel, en 2° curso llegó la primera crisis: podía entender la necesidad de esforzarse y estudiar, pero... ¿los suspensos con 5,6? ¿aprobar con el 75% de las 10 mejores notas? ¿exámenes tipo test que ni con manuales, internet y apuntes de otros años pudieras contestar? ¿acaso para ser buena médico había que pasarlo mal? No encontré respuestas, pero aprendí: aprendí a compaginar, a estudiar cada vez con más rentabilidad, a sacrificar (o nota o visa, según...) Aprendí que la medicina no era mi enemiga. Cambié mi perspectiva, el modo de mirar, y empecé a verla como un regalo en vez de una carga...y empecé a sentirme afortunada.
Con el inicio del hospital descubrí mi sitio: entre miedo, pánico, ignorancia y felicidad... Empecé en urgencias...Y de verdad que la medicina empezó a dar sentido a mi vida. Ya no es que me gustase...es que la empecé a amar.
Avanzando en cursos, se volvió un amante exigente: más horas, más horizonte... Congresos, investigación, rotaciones, quirófano, residentes, adjuntos... No recuerdo un día malo. Aprender a la vez que crecer, conocer gente... Cada vez con más ganas de ser residente. Con sus baches, es verdad... Con momentos de cansancio, de no entender, de no avanzar, de no saber... pero en definitiva, feliz.
No recuerdo un camino de rosas. Lo conseguí. Ése es el recuerdo que guardo de mi graduación. Gente, risas, complicidad... Lo conseguí. Y solo yo conocía el esfuerzo que me había supuesto el haber llegado hasta allí.
Sí, podríamos decir que lo conseguí. Soy médico. Pero he olvidado qué era lo que me apasionaba tanto de la medicina.
Ahora escribo cansada, en medio de una guardia. Son más los días en los que paso miedo que en los que me siento realizada. Puedo contar con los dedos de una mano los niños a los que siento que he "curado", o que he hecho un cambio en sus vidas. La residencia pasa trepidantemente, y yo sigo muerta de miedo, inexperta, y con sensación de que no aprendo.
Supongo que poco a poco pasará. Quiero creer que, si bien los miedos no desaparecerán, al menos los buenos momentos aumentarán. Quiero creer que aprenderé a amar la vida que elegí, como una vez aprendí a amar la medicina.
¿Ahora? Dedicada a aprender, no ya solo medicina, sino este nuevo estilo de vida. A encajar el estudio, sobrellevar el miedo, aumentar en práctica y conocimientos. Encontrar lo bueno, asentar compañeros, descubrir lo que me llena. Quien soy, quién quiero ser, qué vida quiero tener.
Quién sabe... Lo que tengo claro es que no soy esclava de ninguna decisión que tomara en ningún momento dado. Quien sabe...

2 comentarios:

  1. Te entiendo...
    Aunque escribir en medio de una guardia (o después), lleva con más frecuencia a este tipo de pensamientos.
    Yo fui una estudiante "convencida". A pesar de los sufrimientos, jamás me arrepentí de estar donde estaba.
    Ahora, haciendo la especialidad que me gusta. La que volvería a elegir una y mil veces... pese a eso... ahora... tengo dudas. Dudas de si realmente me gusta "tanto" esta vida. Una vida idealizada, supongo. Ahora sí tengo dudas de si realmente merece la pena...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me siento totalmente identificada con lo que dices. A veces, de hecho, me planteo, sin ir más lejos, qué fue de la chica que hace un año y 6 días hizo el MIR... No sé. Como bien dices... tengo dudas.

      Eliminar