domingo, 29 de enero de 2017

No somos héroes

Saliente de guardia, en un tren... adormilada (como buen saliente...) miro a mi alrededor. Suelo tener un recuerdo difuso de las guardias... momentos dispersos vienen a mi cabeza: ¿Debería haber sacado una analítica a ese niño? ¿Acudirá a revisión, como le mandé, aquel otro? ¿Qué será de los que tuvieron que irse andando? ¿Hice bien mandando esa radiografía?
No todos son dudas. Recuerdo con cariño muchos niños. Pasas por su vida, y les dejas...Ellos se acuerdan de ti, y tu...bueno. Tú cargas más menos con ellos.
Recuerdo el niño que entró directamente a críticos. Recuerdo el padre descompuesto pensando que su niño se moría. Y esas escenas, excepcionales para algunos, son mi día a día.
Levanto la cabeza, miro a mi alrededor... ¿Qué será de los gente que me rodea? ¿Qué pensarán de mi cara de sueño? Dada mi pinta de niña, deduzco que supondrán que estuve de fiesta, o algo por el estilo. No... ayer trabajé 24 horas en un hospital. Estuve "de guardia", "de puerta", o como prefieras llamarlo. Creo que a veces usamos esos términos sin pararnos a pensar en su significado... Estuve de guardia. De guardia, vigilante y expectante, por si alguien me necesitaba. Estuve de puerta. Esperando. Esperando a recibir a cualquiera que llegara al servicio de urgencias.
Mi hospital es un hospital grande. Decidir venir implica suponer que tu niño está mal. Implica buscar ayuda. Y ahí estoy a la espera. Esa es la razón de mi cara de sueño, de muchas de mis preocupaciones y de mis miedos... poder ofrecer una respuesta a aquellos que llegan. Nuestras conversaciones de trabajo: las vidas que se ponen en nuestras manos.
Miro a mi alrededor. ¿Sabrán que pasé la noche sin dormir, atendiendo (con más o menos razón) urgencias? No somos héroes. De verdad. Cada guardia te mide y te derrota. Hay guardias mejores y peores...Pero todas te llevan al límite de tus fuerzas y capacidades, antes o después. Lo veo en mi, lo veo en mis adjuntos y en mis compañeros: veo como según avanza, la guardia pasa factura, aunque sigamos al pie del cañón. Después de una guardia te sientes derrotado, cansado, un poquillo amargado incluso, o simplemente agotado.
No me siento heroína, ni busco mérito. Pero quizás...Quizás no estaría de más, aunque sea solo para mis adentros, pararme a pensar que en cada guardia pierdo un pedacito de vida por los demás. Nadie lo entenderá,nadie me lo agradecerá. Es mi trabajo, lo que debo hacer. Es rutina. No lo digo como recriminación. Sólo analizo y enuncio lo que creo que es una realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario