jueves, 15 de marzo de 2018

Me encanta mi cuerpo

Me miro al espejo. Me gustan estos pantalones de una 38 (la 34 y la 36 quedaron fuera de mi vocabulario...).
Miro la camiseta que cae por mi hombro (siempre me gustó el rojo)
Me doy la vuelta, me miro de perfil. Hay alguna curva que no casa con mi "gusto ideal" (pues claro que se notan los 5 kilos que me han regalado estos dos años de residencia..)
Miro mis piernas, mi tripa, mis brazos.
No son de modelo, pero son fuertes. Son testigos de mi vida y cómplices para lograr mis metas. Unos días veo mi cuerpo con mejores ojos que otros. ¿Te cuento un secreto? Realmente ni se como es objetivamente. A veces, directamente, es otro cuerpo el que veo. ¿Y qué? No es el cuerpo con el que soñaba (ese no sé si era compatible con la vida...) Ni siquiera por el que luché. Pero, ¿sabes qué? Sí que es el cuerpo con el que voy cumpliendo mis sueños, luchando batallas, disfrutando, compartiendo momentos, conociendo gente, aprendiendo de todo, VIVIENDO. Al fin y al cabo, el que me ha acompañado durante toda mi vida, mi fiel compañero. Lleva mis cicatrices. Tiene sus defectos. Tira bien (a veces demasiado). Es lo primero que la gente ve de mi, y es aquello a través de lo cual me acerco a la gente. Me da toques d atención (pocos). Aún es bastante nuevo. Mezcla cosas de mis padres, pero es original. Es mi cuerpo.

Me gusta mi cuerpo. Soy yo. Y me gusta mi yo, me gusto por dentro. Ahí hay creatividad, paradoja, cariño, lucha, vocación, defectos (muchos defectos), amistad, amor, lealtad...y mil cosas más. De las que de verdad importan. Y, todo eso, lo puedo expresar con mi cuerpo.

Me miro al espejo. Lanzo una mirada desafiante a ese monstruo que en otra vida tanto me ha aterrorizado, tanto me ha paralizado. "Este es el cuerpo del que me decías que no merecía nada, con el que según tú iba a ser una infeliz. Me convenciste hasta odiarme, hasta aborrecerlo. Nos hiciste enemigos, yo contra mi cuerpo; y contra mí, mi mente, jugando a ser la buena, mintiendo constantemente, escondiéndose detrás de mi cuerpo, haciéndole parecer el malo, culpándole de todo, haciéndole responsable, exigiéndole hasta el colapso. E inicié un combate, a muerte. No importaba el precio. Hubo treguas pasajeras...pero nunca paz. Equipos contrarios, mi cuerpo y yo. Odio eterno. Cada vez mirado con peores ojos, y cuánto más le odiaba a él, más me odiaba a mí. Le combatía sin saber que era a mi misma a la que estaba jodiendo. Creía lícita, necesaria y eterna mi lucha. Cada día que pasaba era un eslabón más en la cadena, que a priori me daba más espacio, pero también me sujetaba con más fuerza. Me hice experta. Y tú asentías, y tú me decías que hacía bien, que si tenía este cuerpo nadie me iba a querer, que no iba a lograr ningun sueño. Pues, ¿sabes qué? Te equivocabas. Era mentira. Lo estoy haciendo."

Vuelvo a la realidad. A ese espejo. Me miro y sonrío. Me hace fuerte que me guste mi cuerpo. Pero más fuerte me hace saber que no siempre ha sido así. He odiado mi cuerpo. Me he odiado a mí. Luché a muerte. Perdí muchas batallas. Caí muchas veces. Me rendí. Cuando se avecina tormenta aún me duelen cicatrices, y miro a quien en ese momento me acompañe y pienso: "si supieras..." Pero ya da igual. Ya está. El otro día cogí mis cadenas, las estrujé y las tiré, sin más. Ya está. Abri la ventana y empecé  a respirar. Por primera vez dejé de buscar el modo de escapar, y directamente  me rebelé. Se acabó. Ya perdí tiempo, fuerzas, ganas y mucho más por ello. Demasiado alto ha sido ya el precio. No guardo rencor. No me guardo rencor. Las historias tienen muchos capítulos, ese fue uno. Por está vez me permitiré perdonar sin olvidar. Al menos por ahora. Me perdono, pero no olvido mi historia. Tampoco me enorgullezco. Simplemente ya no es. Fue. Forma parte de otra vida. Ya no es de la mía. Nunca más.

Las guerras propias ganadas me dan esperanza sobre las batallas ajenas. Si mi imposible se hizo realidad... ¿por qué no iba a haber más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario