domingo, 11 de marzo de 2018

Mientras los pájaros cantan

7 de la mañana.
Abro la puerta de la habitación.
Oscuridad.
Demasiado temprano como para que las primeras luces iluminen mi cama. Aún así, en el parpadeo azul-amarillento de los huecos de la persiana se puede adivinar entrelíneas el nuevo día, que para mí sigue siendo el mismo que hace 24 horas: una guardia.
¿Y ahora qué?

Los pájaros cantan al otro lado de la ventana. Yo no sé qué es lo que hago. Dejo en el suelo la mochila, ando hacia el baño, me miro al espejo.
¿Quién soy?

Es una curiosa desconocida, la que desde el espejo me mira. Curiosa la percepción, que día a día modifica mi reflejo.
¿Cambia lo que veo
porque cambia mi yo externo,
o es mi yo interno el que modifica
el modo de ver mi reflejo?

Me tumbo en la cama.
Escucho el canto de los pájaros, como un nana. 
Disfruto del cansancio, de ese sueño acumulado.

Son las 7:15 de la mañana.
Domingo, 11 de Marzo.
¡¡11 de Marzo!! Recuerdo perfectamente un día como hoy, hace 14 años.
Ese día me dije que quería ser yo la que fuera a los escombros. Quería ser esa médico. Quería estar ahí. No quería estar al otro lado de una pantalla de tantas realidades que salen en la televisión. Recuerdo ese Atocha, ahora tan inocente, pero que dejó una de las marcas que me han llevado a estar donde estoy. Otra es Dominicana. Otras tienen nombres propios que no traeré aquí. Pero sí. Una es Atocha. Admiraba a los equipos de emergencias, a los médicos voluntarios, al resto de colaboradores. Ese día decidí formarme para aportar algo en este mundo loco del que, quiera o no, formo parte. Decidí que quería estar ahí donde haya sufrimiento, y no para juzgar: solo formada en curar, aliviar, acompañar.
Y el tiempo pasó.

14 años después, aquí estoy. Ni tan niña ni tan valiente ni tan... nada. Simplemente saliente de guardia. En un mundo que sigo sin entender, mientras recorro, mejor o peor, el camino que decidí seguir. Ya no soy tan altruista como fui. Mi modo de ver más cosas ha cambiado.
Yo he cambiado. Eso sí:
soy una afortunada.

Veo muchas situaciones duras, pero soy un actor secundario de todas ellas. Una extra. No soy la protagonista. Soy testigo de importantes historias. Conozco a sus protagonistas. Por ellos me quito el sombrero. Por ellos merece la pena el cansancio y mi sueño. No por lo que nadie opine. Solo por ellos. Esas historias existirían aunque nadie las viera. Yo quiero verlas. Muchas veces sus protagonistas se preguntarán como puede el mundo seguir girando, si el suyo propio se ha parado. Lo sé. Estoy ahí. Lo veo. Al menos lo veo. Sí, a veces me quejo. Aunque realmente no tengo derecho. Se que soy una privilegiada.  Cansada. Pequeña. Asustada. Saliente de guardia. Aún mucho que aprender. Pero ahí sigo.

No quiero pensar. Me tumbo en la cama.
¿Qué tal se me dio la guardia? Podría haberlo hecho mejor? ¿Y sí...?
Muchos niños en la cabeza, pero sea como sea, prueba superada. Fin de la guardia. Inicio del saliente.
Cierro los ojos...

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